La verdad es que hacía tiempo que el trasto en cuestión soltaba algo de olor que atribuíamos a esporádicas fugas de gas, pero al parecer no era así y se trataba de una mala combustión que provocaba un exceso de monóxido, algo totalmente tóxico y letal, mucho más peligroso que el gas según nos han informado.
No me puedo resistir a escribir sobre ello ya que el tipo que ha venido ha sido de lo más agradable y se ha tirado 10 minutos explicándonos cosas como la diferencia entre el olor del gas y de monóxido (bastante parecidos, aunque el de monóxido es más ácido y picante, según nos ha dicho; lo cierto es que era un freaky de esto, lo cual se agradece en estos casos si resulta didáctico y no pesado). De hecho, ha abierto la espita de la bombona para apreciar la diferencia con lo que creíamos era gas, y hay bastante diferencia.
También nos ha dicho que es bastante común la muerte por inhalación de monóxido, la ‘muerte dulce’ la llaman, ya que te empieza a entrar sueño, no lo notas, te duermes y se acabó. En 45 minutos abandonas este mundo si no te hiperventilan a tiempo.
Y nosotros con el trasto a tope (Llorenç, uno de nuestros diseñadores, vino el otro día, y con su fino morro lo olió y casi vomita; aunque no lo atribuimos a que pudiera ser por la mala combustión).
En fin, que de momento seguiremos con el aparato de aire acondicionado que también da calor, y que aunque no es lo mismo, nos servirá de momento.
Por los pelos, pero seguimos aquí.