Hemos manejado el stand perfectamente, ayer domingo di una charla sobre zombies y mi libro, firmé libros a una larga cola de aficionados… y como no podía ser todo perfecto, tuvo una charla con Aleix, el dueño de la imprenta con la que llevamos trabajando 14-15 años, que viene siempre a Mallorca con ocasión de esta feria ya que según tengo entendido tiene casa en la isla. Normalmente, con asuntos de este calibre, puedo resultar ambiguo por forma de ser, y precisamente por eso he intentado evitarlo y ser directo.

Se nota que no le quedó claro el tema de los 12.000 euros y como siempre entró a trapo, sin preocuparse por cómo nos iban las cosas, ni mi salud, ni la famila… Esas cosas por las que seguía sacando el Dolmen y el Eros con ellos, por pura deferencia.

Reproches y más reproches a pesar de que no hemos fallado (y lo suyo ha costado) ni una sola vez en los pagos desde nuestra reunión en noviembre. Al final, tras insistirle en que estaba harto de sus monólogos y de que hablara para sí mismo repitiéndose una y otra vez hasta la saciedad, le he comentado cansado y por puro aburrimiento: “Lo cierto es que no sé porqué sigo sacando las revistas con vosotros y no me lo llevo a otro sitio como he hecho con otras cosas”, y la respuesta no pudo ser más decepcionante: “Tú sabrás, haz lo que quieras”.

Hombre, uno espera que, cuando eres el cliente, te traten bien aunque sea por disimular, y no que te traten a patadas, yo al menos procuro hacerlo, por lo que me quedé planchado. Tras tantos años, y conociendo a tanta gente en esa casa, es una lástima que tenga que ser uno de los dueños el que joda el invento.