Hace dos años, jueves 23 enero 2014. Para mayores de 18 años.
Su administrador judicial es (y esto es una opinión personal) el mayor “….” que he tenido el disgusto de conocer (dejemos sin concretar el adjetivo por lo poco edificante de los términos que se me vienen a la cabeza): un chulo prepotente, un imbécil integral, un tipo que no pertenece a la misma especie que la mía, una involución incluso de los simios. Me niego a pensar que venimos del mismo sitio.
Menudo chulo. A su repertorio inicial de “No me cuentes tu vida” a la segunda frase, se le juntan cosas del estilo “Deja de decir estupideces”, “Puedes contarme lo que quieras que no te creeré”, “¿Te queda mucho para acabar de hablar?”, un “¿Me dejas acabar de hablar” al intentar decir algo tras una perorata repetitiva de varios minutos en los que hablaba él mismo para escucharse únicamente.
Qué santo asco.