Hoy, además, no tenía ninguna reunión y me he dedicado expresamente a llevar los catálogos de zombies a los puntos que creía necesarios para la promoción de las novelas. Uno de esos trabajos que luego nadie aprecia pero que se ha de hacer.
El avión ha aterrizado hacia la 11’00 y a las 12’15, cuando he llegado al hotel (uno creado por la empresa Levis) la habitación no estaba preparada (por cierto, que menudo precio, 290 euros la noche, pero era lo único que quedaba; la habitación es de diseño y he tardado cinco minutos en saber cómo demonios funcionaba el grifo, aunque eso sí, es acogedora y se trabaja bien en ella).
El caso es que mientras la preparaban he decidido hacer turismo y he cumplido un sueño (por llamarlo de alguna forma) que tenía desde la primera vez que pisé esta ciudad con Paco Díaz hace diez años: subir a uno de sus rascacielos. El primer año que vinimos, Paco y yo llegamos (por error) un día antes de que abrieran la ferias, por lo que pudimos pasear tranquilamente por el lugar viendo cómo lo montaban y regresar luego al Bed & Breakfast donde nos alojábamos (eran otros tiempos); de camino, intentamos subir a alguno de los rascacielos del centro de la ciudad, pero no hubo forma; nuestro alemán era horrible y no supimos entendernos.
Esta vez, por fin, he logrado entender que hay uno de los edificios donde por 5 euros te dejan subir: el Main Tower; y lo he hecho, 200 metros de altitud y un ascensor que sube a 60 kilómetros hora. No está mal para empezar el viaje.
Lo más interesante del día ha sido la reunión con la gente del estudio Fenix que ha durado dos horas y en la que hemos hablado de los e-books. Ha sido agradable hablar tranquilamente con Ana María Meca y Alex después de tanto tiempo, nos conocemos desde hace años (en el caso de Alex, de unos 14 años, de cuando comenzaron a distribuir el Dolmen con Camaleón). A ver si hay suerte y nos ponemos en marcha pronto.