Recuerdo en tiempos cuando no teníamos el escáner y había que fotocopiar todas las imágenes de su interior, recortarlas y pegarlas sobre una plantilla de folio DIN-A3 para posteriormente fotocopiar los 500-600 ejemplares iniciales, que a continuación eran enviados a las librerías que nos permitían venderlo en sus estantes. Aquello sí era artesanía y corta y pega, con pegamento Imedio incluido.

Ahora con Internet, el escáner y los mails ya es otra cosa. Esto hubiera parecido ciencia-ficción hace 16 años, cuando todas las noticias de la revista las teníamos que extraer mediante catálogos de venta por correo, revistas extranjeras, conocidos que vivían fuera…

Eran sin duda otros tiempos. Ahora todo va más automatizado y la revista es una verdadera rueda que no se detiene, con los articulistas entregando a tiempo, y con una variedad de éstos increíbles, siendo sin duda ésta una de las mayores fuerzas de la revista, su pluralidad, la versatilidad para incluir cosas a última hora, el no casarnos con nadie… No hay nadie en estos 16 años, nadie, que pueda decir haber recibido ningún tipo de instrucción al respecto de nada en un artículo, crítica o reseña, la libertad siempre ha sido total, y lo máximo que se ha llegado a decir es “Acuérdate de poner en cursiva los títulos de las colecciones cuando entregues el artículo”. Muchos son los que han pasado y me congratula el que podamos hacer gala de esa libertad absoluta y que nadie pueda decir que no haya escrito exactamente lo que ha querido o que se le haya censurado algo (a lo sumo, gracias a la memoria enciclopédica de Jaume –Vaquer-, alguna rectificación en algún dato en artículos, y menos mal de Jaume, ya puestos, ¡que de tantos errores nos ha salvado!)