Al menos en esta ocasión lo más tarde que he llegado a una cita ha sido por cinco minutos, aunque no he podido –por cuestión de calendario- evitar dar plantón a la representante de Titan Books, de modo que el lunes no me quedará más remedio que escribirle para disculparme.
Casi todas las reuniones han sido con japoneses y coreanos, con el fin de consolidar la línea, y en general todos han quedado bastante satisfechos con la calidad de nuestros cómics. Bastante ilusionante ha sido la reunión con unos italianos que tienen un cómic histórico sobre Roma que está bastante bien dibujado y que podría funcionar bastante bien si logramos moverlo convenientemente.
Otras de las cosas buenas que tiene la feria es su horario, ya que a las 18’30 cierra sus puertas, por lo que uno puede retirarse a descansar o a dar una vuelta por la ciudad. Yo suelo optar por la segunda opción, aunque en esta ocasión ha conllevado una pifia de orientación como no me había sucedido antes. Ya de retirada al hotel, cansando y hecho polvo, he pasado por delante de la Ópera Antigua, lo cual me ha hecho bastante ilusión por no haberla visto nunca antes y porque no quedaba lejos ya del hotel. Media hora más tarde, muchísimo más cansado, he visto, de nuevo, enfrente de mí, la puñetera Ópera Antigua; en algún momento he debido de dar un giro en esta algo desestructurada ciudad, y he dado una vuelta al sitio de partida. Frustrante. Mucho más atento, al cabo de media hora llegué al hotel, sólo para recibir la llamada de la gente del Institut d’Estudis Balears para decirme que ya estaban listos para la cena. Ni qué decir que he cogido un taxi y he acudido a pasar un buen rato, ya que si algo tiene este feria es lo solitaria que llegan a ser en ocasiones las noches.