Los secretos de Pablo Buratti
10 septiembre, 2021 | 0 Comentarios

Entrevistamos a Pablo Buratti con motivo del lanzamiento de su libro STORYBOARDING ALMODÓVAR

 

 

  • Seguro que desde siempre te ha apasionado el mundo del cine y el arte, pero, ¿Cuándo y cómo decidiste dedicarte al storyboarding de forma profesional? Y, una vez tomada esa decisión, ¿Cuál fue el primer paso que tomaste para conseguir tu objetivo? 

 Dibujo desde antes de tener conciencia de ello. El cine fue un placer más adulto. En mi caso se dio así: un antiguo profesor de fotografía (de cuando cursé la carrera de diseño gráfico), me propuso participar en la realización de un vídeo documental que le habían encargado. Yo estaba recién llegado de un viaje por Norteamérica tras poner fin a unos años trabajando en agencias de publicidad. Me embarqué en ese proyecto, lo que redespertó mi entusiasmo por el audiovisual (entusiasmo que ya tenía como espectador); y me llevó -resumiendo mucho- a estudiar cine en Buenos Aires. Es durante mi etapa de estudiante cuando reconecto con aquel entusiasmo primigenio por dibujar, realizando storyboards para nuestras prácticas y cortometrajes, e incursionando de a poco en mis primeros trabajos remunerados como storyboard artist para anuncios publicitarios. Terminada la carrera, y con algunos titubeos trabajando dentro equipos de producción y dirección, las circunstancias me trajeron a Madrid donde ya sí decido apostar por disfrutar de las dos cosas que más me apasionan: el dibujo desde que tengo uso de razón y el cine desde que “la he perdido”. Es este vínculo entre el amor de mi niñez y el de mi edad adulta el que me ha definido como storyboard & concept artist dentro de la ilustración profesional.

 

  • ¿Cuál es la clave para hacer un buen storyboard? ¿Qué juegos, películas u otros medios te inspiran más?

El guion gráfico es para el realizador una toma de contacto con la película que construye y va proyectando en su cabeza. Para el equipo técnico una herramienta que permite coordinar y gestionar las necesidades del rodaje y optimizar la comunicación con el director. El storyboard artist es el vehículo para tales fines. En este sentido, la mayoría de los cineastas con los que he tenido la fortuna de coincidir no buscaban en el ilustrador un mero instrumento para trasladar al papel sus ideas, como una cámara que basta con mover y ajustar para conseguir el encuadre deseado. Junto a la habilidad y rapidez para el dibujo y el dominio del lenguaje audiovisual, es especialmente el estímulo creativo en la interacción con el realizador, el atributo que da mayor dimensión a nuestro aporte como artistas del guion gráfico dentro del proyecto cinematográfico.

La mayor inspiración me viene como es obvio del cine, y por supuesto, del cómic. Me considero un dibujante versátil, es decir, que mi estilo de dibujo suele mutar con cada proyecto a fin de apoyar la temática o estética del mismo. En este sentido, mis referencias también cambian en función de las características del trabajo. De todas formas, en términos generales, soy muy fan del cine clásico y, particularmente, del “estilismo” del film noir. Por consecuencia, me encanta la estética derivada del expresionismo alemán y de la narrativa del suspense. Cineastas como Murneau, Fritz Lang, John Huston, Billy Willer, Otto Preminger, Orson Welles, y como no, Hitchcock; podrían ser algunas referencias en este sentido, por no salirnos de lo más canónico. Por otro lado, me fascinan las estructuras visuales y de construcción del espacio de directores como Jacques Tatí o Jean-Pierre Jeunet (la lista podría volverse muy larga). En lo referente al cómic, y por lo dicho hasta aquí, no puedo dejar de mencionar a Moebius y Frank Miller por lo que han aportado a mi imaginario visual y sus vínculos con el cine. Me rompen la cabeza las composiciones y la narrativa de artistas como Barry Windsor-Smith y Bernie Wrightson e ilustradores como H. R. Giger y Harris Burdick. Dentro del ámbito local, la saga de Blacksad (Canales-Guarnido) y, confieso un cariño especial, el comic Ocupante (Martín-Navarro-Ruano), el cual me ha resultado inspiracional en ciertas ocasiones. El diseño gráfico también es una fuente de la cual bebo mucho como es obvio. Saul Bass, Philip Gips o nuestro querido Juan Gatti, por nombrar algunos, todos ellos de estrecho vínculo con el cine.

 

  • Entre tus trabajos podemos ver proyectos de J.A. Bayona, Almodóvar o Álex de la Iglesias, entre muchos otros. ¿Cómo has llegado a trabajar con tales referentes de la industria?

Llegar a trabajar con cineastas como Alex de la Iglesia, J.A. Bayona o el propio Pedro Almodóvar, es consecuencia de varios factores que confluyen a la vez, muchos de los cuales se escapan a la posibilidad de influir en ellos de forma directa. En nuestra mano sí está el capacitarnos a conciencia y dar lo mejor en cada proyecto, para que cuando uno de estos nombres se cruza en el camino, aprovechar la oportunidad. El boca a boca es, sobretodo, lo que realmente funciona en este trabajo. Se trata de una cadena donde cada proyecto y cada persona con el que nos relacionamos profesionalmente son a la vez el potencial nexo para futuros trabajos. A Alex, por ejemplo, lo conocí haciendo publicidad. Una de las productoras con las que yo colaboraba habitualmente le representaba también en este ámbito y me convocó cuando tocó hacer un anuncio con él como director. Más tarde fue el propio Alex quién me llamó para Las Brujas de Zugarramurdi y para 30 monedas. Con Bayona coincidimos en Lo Imposible, éramos varios dibujantes en aquel proyecto y me sentí muy a gusto trabajando con él. Hoy hay una exposición -vigente hasta el 22 de enero de 2022- en el Deutsches Filminstitut & Filmmuseum de Frankfurt que expone parte de mi trabajo en aquella película. En cuanto a Pedro, cuando él transmitió a la producción de Los Abrazos Rotos su intención de hacer un storyboard para la secuencia del accidente; un director de arte con quién yo trabajaba a menudo fue preguntado casualmente al respecto por un miembro del equipo y pasó mi contacto. Entonces llegó la llamada de Toni Novella (director de producción) para sumarme a aquel proyecto y, como consecuencia de aquello, hoy tenemos “Storyboarding Almodóvar” más de una década después.

 

  • ¿Hacia dónde crees que va la industria del cine español? ¿Hacia dónde te gustaría que se dirigiese?

No tengo suficiente información para poder ser “clarividente” en cuanto hacia dónde se dirige la industria del cine español. La cultura en general, aún más en este escenario (si se puede decir ya) postpandemia, está muy debilitada e incluso despreciada por la voluntad política a la hora de buscar vías y canales que retroalimenten el sector y den viabilidad a toda clase de proyectos, no sólo a aquellos que, a priori, puedan garantizar retornos económicos. Tanto creadores, como artistas y técnicos estamos muy abandonados a nuestra suerte en este sentido. El concepto de “industria” es más aspiracional que real en términos prácticos. La irrupción de las plataformas de streaming, sumado al cambio de los hábitos de consumo que esto ha generado, han replanteado la forma en que, como espectadores, nos relacionamos con la obra audiovisual. Esto no es bueno ni malo, es diferente, y, evidentemente, ayuda a generar nuevo tipo de producciones, lo que viene a ser, más trabajo. Sí es cierto que el formato “serie” nos está cambiando nuestra demanda de contenidos y la forma de consumirlos. Lo hacemos de manera desaforada, casi diría sin “paladearlos”, debido a una extraña urgencia por probar lo siguiente. En esto sí que tengo una mirada más nostálgica al respecto. Ver una película para mí tiene algo más de ritual, de “evento”, de generar ese “espacio” y ese “momento” únicos para la ocasión y de entregarse completamente a la obra sin distracciones ni que esta te genere una sensación de “vacío existencial” por la no continuidad de la misma tras los títulos de crédito (salvo excepciones). Brindarse la posibilidad de reflexionar sobre ella y revisitarla cuantas veces se tenga oportunidad; esto creo, en la dinámica actual, es mucho pedir.

  • ¿Podrías contarnos (y mostrarnos) cuál es la ilustración que consideras más especial?

Me preguntas sobre qué ilustración considero más especial. Es difícil de responder, pasa como con elegir una peli o un libro, ya que según qué momento y bajo qué circunstancias, puedes sentirte con una sensibilidad especial hacia una obra o un artista. De todas formas, elijo el presente dibujo, sin duda, por lo significa en este contexto particular y porque para mí es un verdadero tesoro. Su autor es Alex de la Iglesia. Se trata de un boceto del “monstruo-eccema”, génesis del diseño final que se ve en 30 Monedas. Lo dibujó en una de las reuniones que tuvimos mientras planificábamos el guion gráfico de la serie. Una vez acabado, llamó a algunos del equipo, explicó el concepto que buscaba para esa criatura, hicieron fotos del mismo y luego escribió encima: “para Pablo, de Alex”. Como digo, para mí es una especie de “trofeo” que tengo colgado en la pared, sobre mi espacio de trabajo. Cuando inició el rodaje, le devolví la cortesía con un dibujo grande, a modo de “bestiario”, en el cual aparecen muchos de los elementos y criaturas que intervienen en la serie, incluido el propio Alex. De ese dibujo que le regalé se imprimieron camisetas para todo el equipo.

  • ¿Qué habilidades se necesitan para convertirse en un storyboard artist? ¿También es necesario aprender animación?

En cuanto a qué habilidades se necesitan para convertirnos en buenos “storyboardistas”, ya he hecho referencia a ello más arriba. Independientemente de la habilidad y rapidez para el dibujo, y un claro conocimiento del lenguaje audiovisual (muy diferente al del comic por ejemplo); será nuestra capacidad de aportar soluciones narrativas y visuales e interactuar con el realizador en este sentido durante las sesiones de planificación, lo que nos dará ese plus respecto de otros dibujantes. He conocido enormes artistas, con una maestría excepcional para el dibujo, incapaces de poder “recodificar” su talento para el desarrollo de un buen storyboard. No debemos olvidar que nuestras viñetas interpretan “la mirada de la cámara” respecto de la escena que dibujamos. Nuestro trabajo debe hablar ese lenguaje. Es importante que los dibujos aporten, con la mayor claridad y síntesis posibles, precisiones de encuadre y composición en desarrollo, movimientos de cámara, ejes de acción, acting, incluso ópticas si fuera oportuno. Si somos capaces de capturar buena parte de estos elementos en nuestros dibujos y con ello logramos optimizar la comunicación entre departamentos y la gestión de recursos, además de permitir al Realizador previsualizar su película, el objetivo se habrá cumplido con creces.

En cuanto a la animación, el storyboard cobra aún más relevancia por ser una herramienta imprescindible en este tipo de producciones junto con los animatics (edición con animación básica de los storyboards). A la pregunta de si un storyboard artist debe conocer de animación, nunca está de más abrir nuestro campo de conocimiento como es evidente, pero no es un condicionante ya que los departamentos de storyboard y de animación están bien definidos en este sentido.

  • ¿Trabajas enteramente en digital? ¿Qué herramientas y softwares te son imprescindibles en tu actividad?

La última película cuyo storyboard realicé completamente a lápiz sobre papel fue La Piel Que Habito. Es decir que hace ya bastante tiempo estoy enteramente en “modo digital”. Las características de esta actividad lo obligan. Eso no quita, sobretodo cuando trabajo en el departamento de arte, que en ocasiones me pidan material hecho en formato físico con técnicas tradicionales. Pero digamos que mis “compañeros” habituales de trabajo son: una tableta gráfica Wacom Cintiq conectada al Mac en mi espacio de trabajo diario y un iPad Pro para el trabajo sobre el terreno y para cuando tengo que desplazarme a dibujar temporadas fuera de mi estudio. En cuanto a softwares, no uso ninguno de los que hay específicamente para storyboards. Los que conozco, me resultan muy limitados en cuanto a prestaciones de dibujo. Me es más cómodo dibujar en softwares como Sketchbook Pro, Photoshop o Procreate, por ejemplo.

 

  • ¿Qué recomendarías a las nuevas generaciones que quieren dedicarse al storyboard?

Si algo me va quedando claro tras muchos años de profesión, es que esta actividad demandará a la las nuevas generaciones un grado de especificidad mayor. Yo vengo de una generación donde el ilustrador lo era en un sentido amplio y se dedicaba a varios campos de acción en simultáneo (editorial, audiovisual, diseño, etc.) según fueran sus posibilidades y/o necesidades. Parte de la “suerte” (llamémoslo así) que he tenido en mi actividad se debe a que mi formación principal viene del medio cinematográfico, lo que me ha ayudado quizás a complementar conceptualmente mis posibles carencias o limitaciones formales como dibujante; teniendo margen de maniobra para crecer en este aspecto durante el desarrollo de mi carrera profesional. Pero sobretodo, que mis “clientes”, es decir, realizadores, productores, directores de arte, etc.; encontraran en mi trabajo lo que verdaderamente necesitaban. Hoy toda la información está a golpe de clic. El esfuerzo radica en querer ser proactivo y curioso, con muchas ganas de aprender y tener método para ello.

 

  • ¿Qué significa para ti publicar este libro?

Este libro es para mí un sueño cumplido que confirma que apostar por lo que uno sueña suele merecer la pena. Tengo el recuerdo, allá por septiembre de 2001, recién llegado a Madrid, de salir de las oficinas de El Deseo (productora de Pedro y Agustín Almodóvar), tras dejar un currículum en la recepción, y decirle entonces a mi mujer: “solo quería pisar este sitio, no creo que alguna vez me llamen”. Admiraba el cine de Almodóvar ya como espectador, desde mucho antes de desarrollarme profesionalmente en este medio. En mis inicios como dibujante de storyboards creía casi improbable poder coincidir con cierto perfil de cineastas que, a priori, no relacionaríamos con el uso habitual de un guion gráfico en la preparación de sus películas. Yo mismo percibía el uso del storyboard como una herramienta más propia del cine de Hollywood y, en el ámbito local, vinculada casi exclusivamente a la animación, a las secuencias de acción o con efectos visuales, además de la publicidad; muy lejos de poder instalarse de manera corriente en otro tipo de producciones. El tiempo me demostró que, precisamente, era cuestión de tiempo. Veinte años después de pisar por primera vez `El Deseo’… el deseo se ha cumplido. Este libro es una realidad que me hace muy feliz a nivel profesional y personal. La inmensa generosidad de esa “familia” que es para mí quienes forman parte de la productora y de las películas de Pedro Almodóvar, lo hizo también posible. Estoy muy agradecido a Esther García (productora ejecutiva) y Lola García (asistente personal de Pedro) por su predisposición permanente para que este libro saliera delante en las mejores condiciones posibles. También a Agustín Almodóvar (productor) por aquella conversación que mantuvimos en el Cine Doré durante el rodaje de Dolor y Gloria, cuando, muy tímidamente, le conté la idea. Él me transmitió allí mismo, y en siguientes ocasiones, el valor didáctico y documental que encontraba en la publicación de un material de este tipo, invitándome a llegar hasta aquí. Desde luego, eternamente agradecido a Pedro Almodóvar por su generosidad y, más allá del libro, por su confianza en mi trabajo durante todos estos años. Tampoco quiero dejar de agradecer a la gente de Dolmen, que desde el primer borrador que les envié, quisieron que este proyecto fuera también el suyo.

 

Pablo Buratti

Madrid, septiembre de 2021

Descubre más sobre STORYBOARDING ALOMODÓVAR

Fecha prevista de salida: 30 septiembre 2021

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