Esta semana he estado en Barcelona por asuntos personales (la madre de una buena amiga hospitalizada), aunque he podido trabajar por las mañanas y no perder el ritmo; eso sí, malditos, mails, no hay forma de derrotarles, siempre entran, siempre están ahí esperando para ser respondidos, siempre hay tres emboscados para atacarte cuando por fin has logrado ponerte al día. Cómo los odio.

Y luego, a Avilés. Visita relámpago de 24 horas. Por fin he podido quedar con Jorge tras meses intentándolo. Hemos programado la línea de narrativa para todo el año, más o menos, con la esperanza de lograr remontar un poco las ventas, porque la verdad es que de momento Stoker no arranca.