Por la tarde, ya en el salón, se entera uno casi sin querer de que dos personas que creías de confianza te han traicionado (una de Palma y otra de Madrid, ninguno, en el fondo, profesional del medio). Ambos dos no saben nada ya que me he enterado por pura casualidad, y he tenido que refrenarme para callar, ya que no vale la pena embroncarte por una cosa así; como bien me dijo Jaume Vaquer: “Quien se acuesta con niños, amanece meado”.
Le es tan fácil a la gente criticar sin conocimiento de causa, creyendo que todo es sencillo de hacer que en ocasiones te entran ganas de mandarlos a la mierda a la orden de “Si tan bueno eres, si tan fácil crees que es, ¿por qué no lo intentas hacer tú mejor?”. Después de 17 años en esto, no sé de qué me sorprendo, al final los triunfos de uno son las frustraciones de otros. Al final, la clave son las ganas de trabajar, la experiencia y la ilusión, y de eso nos sobra (a este ritmo de trabajo, creo que debo de estar ya cerca de la jubilación por horas trabajadas).