Inicialmente, hemos estado viendo el vídeo de la presentación que la semana pasada hicieron a los editores que estuvieron ahí, mostrando la situación del sector y el trabajo de SD estos años. Desde luego es encomiable su trabajo y dedicación, ya que sin ella, la mayoría de los editores no estarían donde están, habiendo abierto un camino que ahora muchos otros intenta, oportunistamente, seguir.

Yo ya conocía las instalaciones, pero no así Dario, que ha disfrutado de ver los almacenes y las oficinas.

Hay un buen clima de trabajo, y hay gente ahí que conozco desde hace 15-16 años, como Jordi Samaranch, al que visité para presentar el Dolmen a distribución cuando llevaba Camaleón Ediciones.

Es siempre agradable visitar siempre un lugar donde notas que te aprecian y trabajan contigo ayudándote a crecer, aunque sea obviamente por interés propio, pero también lo era en otros sitios donde pasaron de nosotros.

Nos ha venido a buscar Mar, hemos comido por ahí cerca y nos han acompañado al aeropuerto. Más no se puede pedir, aunque puede que el que Alberto condujera más despacio no hubiera estado de más (risas)

Para rematar, me han regalado un escudo escala 1-1 del Capitán América que al parecer tenía bastantes novias; sólo me han puesto una condición: que me lo llevara tal cual en el avión. Y como uno sabía la ilusión que eso provocaría en sus hijos, no he podido evitarlo. No ha habido nadie en el aeropuerto que no mirara, aunque al final ya lo llevaba con orgullo y todo. ‘Sí, señora azafata, soy Steve Rogers, y qué’.

Mañana más.