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18 agosto, 2010 | 0 Comentarios


Destaca la historia Maribom (en la que la protagonista es detenida por dos agentes espaciales antiguas conocidas suyas, que intentan localizar dos esferas de placer de oro que supuestamente tiene en su poder) o la historia de Rubén y Enma titulada ‘Primera vez’. Destacar que la famosa del mes es nada menos que Charlize Theron.

Y como siempre, os dejamos con el editorial de la jefa Raquel Rubio

Tirando y tirando del hilo, y siguiendo con las últimas editoriales, he llegado a pensar que… superior a la imaginación masculina y por encima del deseo del hombre a practicar el sexo e incluso pregonarlo a los cuatro viento, hay otra cosa.
Sí, más allá al deseo de contar algo está el de exagerarlo, ¿para qué dejar que la realidad nos deje sin una buena historia? Y es que una vez que has hecho algo no puedes evitar, imagino, el pensar que en el fondo no era para tanto, de modo que muchos tienen la tentación de hacer más grandilocuente la historia, de exagerarla y aderezarla con pequeños detalles que acaban transformando la realidad.
“Fue una noche estupenda, jamás me lo hubiera imaginado de ella, es una verdadera fiera”, dijo él a sus compañeros de trabajo recordando la noche anterior en la que apenas sí besó a la chica, quien giró la cabeza al oler su hedor a alcohol. Pero claro, quién quiere quedar como un patético pudiendo quedar como un machote.
“La tengo en el bote, comiendo de mi mano, esta noche cae”, comentó él orgulloso tras hablar con ella y preguntarle la hora.
Y es que si juntamos los dos elementos inicialmente mencionados (imaginación y deseo de pregonar las cosas), el resultado es el obvio, el de exagerar las cosas. Recuerdo en mi etapa como directora de comunicación de una editorial catalana cómo me chocó (inocente de mí) el escuchar cómo un comercial había ido comunicando a sus amigos que el fin de semana anterior había pegado un polvo conmigo. Era la primera vez que me pasaba algo así (y no fue la última) y me sorprendió mucho, me sentí ultrajada e incluso humillada, lo hubiera hecho o no, todo el mundo pensaba que era una realidad. Puede parecer una tontería pero lo cierto es que me enfureció.
Frente a las distintas opciones que me pasaron por la cabeza al enterarme de la supuesta noticia, tuve que optar por meditarlo e intentar tomar una decisión en frío. Cosa que sucedió al cabo de un par de días, de forma natural, mientras tomaba un café en el bar situado justo debajo de redacción. Recuerdo que se me acercó una compañera de trabajo y me preguntó toda curiosa: “Oye… que ya me he enterado, ¿qué tal fue?” Gracias al cielo logré refrenar mi primera respuesta (que era la de, vehementemente, decirle que todo era una mentira y lo indignada que estaba) para tras reflexionar un segundo responder: “Un desastre, es de los que no saben ni usar el pene ni la boca, no hubo forma humana de que tuviera una erección, y mira que tengo imaginación, y luego, nervioso como estaba, no pudo ni hacer un cunnilingus como Dios manda. ‘Es la primera vez que me pasa’ me dijo el muy inútil, pero me he informado y parece que éste de boca mucho, pero de lo demás poco”.
Aquello fue la comidilla de la empresa durante días y me hubiera gustado verle la cara cuando se enteró, sobre todo porque poco a poco la historia fue creciendo y cada vez que alguien la recontaba añadía algo de su cosecha.
Moraleja: no hagas a los demás lo que no te guste que te hagan a ti.

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