Entrevista al autor ‘Alan Moore:La autopsia del Héroe’ con motivo de la preciosa reedición, revisión y ampliación del libro de Juan Vargas.

En principio, para entendidos y profanos, sobran las presentaciones: se trata simplemente de Alan Moore, el diseñador de universos, el fractal histórico en que convergen los vasos comunicantes de lo que el cómic ha sido, es y será.

Pero hay más, mucho más. Desde sus primeras colaboraciones en Sounds y 2000AD, hasta las creaciones de su propio sello America s Best Comics (The League of Extraordinary Gentlemen, Tom Strong, Promethea), atravesando la resurrección de series como La Cosa del Pantano y Supreme, o sus célebres Watchmen, V de Vendetta, Miracleman, Lost Girls y From Hell, Moore ha dejado a su paso un reguero de clásicos, pero también un reguero de cadáveres que reconocer: porque por encima de todo tópico, el pulso narrativo de Moore funciona como un despiadado escalpelo capaz de extender informes forenses sobre la muerte del héroe tradicional, y con ellos, de responder con precisión a algunas de las preguntas críticas de nuestro tiempo.

 Alan Moore: La autopsia del héroe sigue siendo, en su presente edición revisada y ampliada, el estudio más completo y pormenorizado sobre el autor británico publicado en cualquier idioma. En sus páginas, Juan Vargas propone un viaje ameno, personal y riguroso a través de la biografía, obra, procesos y claves del hombre que cambió la industria del cómic para siempre.

1. ¿Qué ha supuesto para ti esta revisión de la obra? 

—Ha sido un reencuentro feliz e inesperado. Vicente y Darío tuvieron la idea de la reedición al detectar el interés que el libro estaba volviendo a suscitar en redes sociales. Es natural, teniendo en cuenta que la anterior edición se había agotado y que Moore ha seguido bastante activo desde aquel lejano 2010… no tanto como en otras épocas, pero bastante. Personalmente estoy feliz de haber podido retomar la edición, porque me ha permitido revisarla con tranquilidad e incluir el comentario crítico de los últimos títulos del de Northampton, que, como siempre, demuestra estar sincronizado con su época. De un tiempo a esta parte, cierta filosofía de vanguardia está interesándose por Lovecraft por la vía deleuziana, porque en el autor de Providence hay un cuestionamiento de los límites del lenguaje que tiene mucho que ver con las pulsiones inhumanas que está despertando el entorno digital. Lovecraft siempre ha estado muy presente en la obra de Moore, basta con recordar el alien-simulacro de Watchmen, o su etapa en La cosa del pantano, y hasta trabajos tempranos como su serie Roscoe Moscow, pero diría que su verdadera importancia no se ha entendido hasta el final. No parece inocente que haya planteado su última gran serie, el combo Neonomicon + Providence, como un broche total a su obra anterior.

2. ¿Qué destacarías de esta nueva edición? 

—Diría que la posibilidad de tener una visión de conjunto que permite entender la importancia de Alan Moore, no solo en la historia del cómic (que ya sería bastante), sino también en el tejido general de la cultura. Aquello ya lo mencionaba en la anterior edición, pero en esta voy más lejos y empiezo con un post-scriptum en el que pongo en contexto lo ocurrido en esta última década con relación a Moore. Las relaciones no se detienen: Anonymous, Occupy Wall Street, el ascenso neoliberal y de la extrema derecha paralelo al de los superhéroes en la ficción, las repercusiones geopolíticas y sociales del SARS-CoV-2, y series como Watchmen y WandaVision, son síntomas inequívocos de la importancia de Moore en el siglo XXI. Sus obras son prácticamente pronósticos de lo que estaba por llegar. Esto lo emparenta, no solo con los consabidos Foster Wallace y Pynchon, sino también con autores como Ballard, Cronenberg o Iain Banks, en los que la ciencia ficción se articula más bien como un “nuevo realismo” en el que se analizan las actuales condiciones de posibilidad de un futuro distópico.

3. ¿Cuál es tu obra favorita de Alan Moore? 

—Siguiente pregunta (risas). Personalmente la etapa de Moore que más me interesa es la independiente posterior a su periplo en DC. From Hell, Lost Girls y la inacabada Big Numbers diría que son series que contienen el Alan Moore más puro, el que no necesita acudir a los superhéroes porque la rentabilidad de su creación no es para él lo más importante (al menos no de momento, después tendría que aliarse con Image para subsistir). En Moore hay en principio un interés en las resonancias nietzscheanas del superhéroe como übermensch, y por ahí van Miracleman, V de Vendetta y Watchmen. Pero después llega el Moore que se interesa profundamente por la fractalidad y el caos, por la forma en que la realidad se engulle a sí misma hasta hacerse indistinguible de la ficción, por las profundidades inconscientes de la sexualidad… Es revelador, además, que en esa etapa esté tan obsesionado por las genealogías, teniendo en cuenta que hasta entonces el éxito lo había encontrado en las ucronías. Las obras que aborda en ese entonces no se acaban nunca.

4. ¿Qué es lo que más admiras del autor? 

—Podría decir que su inmensa imaginación, su erudición y su capacidad para tejer simultáneamente mundos, relatos y discursos, pero para esta entrevista me voy a quedar con su coherencia. Es fácil ser coherente cuando se tiene una posición económica desahogada, pero Moore lo ha sido desde el principio, cuando era un joven de clase obrera de los Boroughs (el barrio de Northampton en el que nació) que se abría un camino nada fácil con trabajos esporádicos en The Northampton Post, 2000AD y Marvel UK. Esa coherencia le ha valido que le atribuyan un carácter difícil, cuando lo único que ha hecho ha sido reivindicar sus derechos como autor-trabajador frente a las grandes compañías editoriales y sus enormes aparatos de propagación ideológica. Es triste que a fin de cuentas demasiada gente le tenga por un excéntrico, cuando solo ha hecho lo que cualquiera de nosotros debería hacer en su situación. En fin, lo de siempre.

5. ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?

—En varios, aunque por desgracia no puedo decir nada aún… solo que se atisban en el horizonte, al menos, un ensayo y una novela.

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