Desde hoy podréis encontrar en vuestra librería de confianza Pasotas, una novela gráfica de Carmelo Manresa. Hoy hemos tenido la oportunidad de charlar con él, ¿nos acompañáis a conocer quiénes son los Pasotas?
- ¿Quiénes son los Pasotas?
Los “pasotas” son Miguel el “Melena”, (el protagonista de la historia) y sus amigos: el “Charli”, el “Poncho”, el “Flecos”, la “Cárol”… Adolescentes despreocupados, que solo quieren divertirse y disfrutar de la vida. El término pasota también hace referencia a un tipo de estética, de pelos largos y cierta indumentaria hippy, que había en los años 70 y 80, debido a la influencia de los grupos musicales de la época.
- ¿Qué encontraremos en esta novela gráfica?
Miguel el “Melena” nos cuenta, en primera persona, los recuerdos de su adolescencia en Alcaucil (pueblo ficticio), en plenos 80. Nos habla del ambiente juvenil de aquellos años, en los que era muy fácil acceder a cualquier tipo de droga (hachís, marihuana, anfetaminas, LSD, heroína…), y de las repercusiones que dicho ambiente tuvo para él y para mucha de la gente que conoció.
- ¿Visibilizar la problemática de la salud mental, también a través del noveno arte, es una manera de afrontarlo como sociedad?
Una de las partes de la historia trata, efectivamente, sobre los traumas y la salud mental relacionados con la adolescencia. Yo creo que son dos conceptos (el de salud mental y adolescencia) bastante ligados entre sí ya que, según los datos, el 75 % de los trastornos emocionales se producen o tienen su origen en esta etapa de la vida. Pienso que sí, que son temas que deben visibilizarse y el cómic es un medio ideal para ello.
- Recuerdo muchas campañas contra las drogas de finales de los ochenta y noventa, centradas en el no consumo de las mismas. No recuerdo ninguna que se centrara en las repercusiones y secuelas que deja o dejó el consumo en estas personas. ¿Crees que como sociedad hemos fallado en este tema?
Tienes toda la razón. Se hacía mucho hincapié en evitar que la juventud cayera en la droga, pero se olvidaban de los que ya tenían problemas de drogadicción, como si ya no tuvieran remedio, haciendo que se sintieran culpables de sus actos, cuando yo creo que eran victimas del sistema.
- Hablamos de drogas, de los años ochenta, de muchas personas que entraron en este mundo por diversión. Una época en la que parece, visto desde ahora, las drogas tenían una gran aceptación social…
Yo creo que la drogas siguen estando muy presentes en la sociedad, pero es cierto que, en aquellos años, tenían un componente contracultural que venía del movimiento hippy surgido en los Estados Unidos en los años sesenta, lo cual las hacía más atractivas.
- ¿Cómo llegas a estas historias?
Los tebeos que he hecho hasta ahora, Plaza de la Bacalá (Desfiladero, 2017) y Cine de verano (Dolmen, 2021), provienen de mis recuerdos y están basados en personas y lugares reales, aunque bastante ficcionados. Este tema del mundo de las drogas y de sus consecuencias hacía tiempo que me rondaba por la cabeza, porque la mayoría de los que tenemos cierta edad vivimos este ambiente o conocimos a gente (vecinos, amigos, familiares…) que tuvieron problemas por este motivo. Además, me gustan mucho las películas del llamado “cine quinqui” (Perros callejeros, El pico, Colegas…). Todo lo cual me animó a dar forma a la historia.
- ¿Cuál fue el mayor desafío al representar con precisión y respeto los temas de salud mental y drogas en un formato de cómic?
Son temas complicados de tratar porque están muy estigmatizados y no todo el mundo los entiende. Además de la dificultad de expresar las sensaciones de un agorafóbico o de representar gráficamente un ataque de pánico. Para mí ha sido el tebeo más difícil que he hecho hasta ahora.
- No es el primer título que publicas de temática costumbrista. En Dolmen publicaste Cine de verano (2021), centrado en otra temática de la misma época: los inicios de la especulación urbanística en zonas costeras… ¿Qué te llama tanto la atención de esa época?
No lo sé. Vivimos un presente en el que todo cambia mucho y muy deprisa, en el que los “avances” socioeconómicos y tecnológicos nos abruman (al menos a mi). Por eso creo que rebuscar en el pasado, en los propios recuerdos, hace que no nos olvidemos de quiénes somos, ni de las cosas que realmente importan.
- La nostalgia llama mucho la atención. Nos atrae. ¿Cualquier tiempo pasado nos parece mejor?
No creo que cualquier tiempo pasado sea mejor. Pero es curioso que hasta el recuerdo los malos momentos nos resulta gratificante con el paso del tiempo, cuando ya se han superado.
- ¿Si fueras un lector de los Pasotas, a quién se lo recomendarías?
Pues la verdad es que lo recomendaría a cualquier tipo de lector. A los que conocieron aquella época, porque se sentirán identificados con muchos de los lugares y personajes que aparecen el el cómic. Y a los que no la conocieron, porque comprobaran que los problemas de la juventud de entonces no eran tan diferentes de los de la juventud actual.