No me lo ponen fácil. Y así es complicado reducir el ritmo de producción editorial. Cuando no es un autor que te ofrece un nuevo trabajo es una editorial extranjera, un amigo con toda su buena voluntad, un lector que te recuerda algo de su infancia. Ya no hablemos de los 4-5 manuscritos diarios por mail, la visita a eventos, etc. En el top de este año estaban los dos maravillosos proyectos surgidos de la mente de Silvia y Javi de comunicación (y que se finalmente pusimos en marcha: “Recetas de Micelli” y “Històriques de Mallorca. 25 dones extraordinàries”). Pero a la lista RA ‘Recomendadores Anónimos’ se ha unido un desconocido. Juro que es verdad y tengo testigos. Ayer llamaron a la puerta de las oficinas de Dolmen, y como estaba cerca de la puerta abrí yo mismo:

‑Hola, ¿vosotros publicáis cómics?

‑Cómics y todo lo que se pueda imprimir en papel –respondí intrigado.

‑¿Y no habéis pensando en publicar Max Audaz?

Silencio, yo en shock.

‑Es que es algo que leía yo de joven y me gustaría ver algún día completo y en una buena edición.

Más silencio.

‑Hacéis muy buenas ediciones y os felicito por ello.

‑Er… muchas gracias.

¿De verdad, no es una broma del destino? Así no es posible desengancharme de mi SEC: síndrome del editor compulsivo. Basta con ver Sin Fronteras, que comenzó con tres series y ya llevamos… muchas, muchas, muchas.

Vicente García