Hace dos años, domingo 21 mayo 2023
Esta semana he recibido los quince días del diseñador que trabaja en la oficina. Es un chaval joven y prometedor, que comenzó de prácticas hace alrededor de un año y por el que decidimos apostar.
El caso es que, según palabras literales, no podía seguir trabajando en una editorial que publicaba el estilo de cosas que publicamos, ya que con ello ponía en peligro mortal su alma eterna. He bajado a tomar un café con él para ver si se podía hacer algo, pero no. No le ha gustado trabajar en obras como ‘Todas putas’, ‘Las Malditas’ o la que he escrito yo de ‘Hijos de las Cenizas’ (lo maquetó él y, qué mala suerte, fue a leerse una de las pocas escenas subidas de tono que hay en sus 600 páginas). Me ha dicho que es muy creyente, que no le da vergüenza verbalizarlo, que ha estado muy a gusto con nosotros y con el ambiente de trabajo, pero que no puede seguir. Y eso a pesar de que se casa en breve y no tiene un trabajo en ciernes. Y le creo.
Le entiendo y respeto sus principios, aunque siempre he pensado que hay que ser un poco más abierto de mente, aunque él me ha dicho que en la religión hay que ser radical.
Por lo demás, parece que la editorial Océano se recupera. Han vendido los dos edificios donde tenían su sede central por 17 millones de euros, por lo que espero que la deuda quede normalizada y retomemos el ritmo de trabajo con ellos.
De momento, voy a tener que insuflar algo de capital en la editorial para poder ponernos al día con algunos colaboradores, a la espera de la financiación bancaria.