Hace dos años, domingo 16 abril 2023
Hay un autor nuestro que está vertiendo opiniones ideológicas personales suyas por Internet y los ‘haters’ de turno no dejan de dar por saco preguntando que qué opina la editorial al respecto. Como si Dolmen tuviera un pensamiento único.
En todo caso, tenemos una filosofía de trabajo y de hacer las cosas: publicar obras que nos gustan y hacerlo bien, o cuando menos lo mejor posible. Pero no parece ser suficiente, quieren sangre. Como si tuviéramos que opinar sobre lo que dicen todos y cada uno de nuestros autores o colaboradores (tan solo por la Dolmen han pasado más de 240). En serio, cansa. No soy nadie para opinar sobre lo que piensan los demás, y mucho menos juzgarlos. Y en todo caso, eso sería si supiera de lo que están hablando, porque esta vez del tema de la polémica ni me había enterado. Bastante tengo con educar a mis hijos como para dedicarme a aleccionar, dogmatizar, impartir clases de moral o convertir a nuestros colaboradores.
Por otro lado, no dejan de surgir marrones relacionados con la persona que llevaba prensa y se fue hace poco (y mira que en lo personal me cae bien y lo siguiente). Ha estado a punto de sumirnos en el más puñetero pozo de la miseria. Sin querer, no sé si por negligencia o procrastinarían. No hay día en que no pase algo relacionado con el tema. Ha ido enfadando a muchos autores, con historias que desconocía, pero que ahora van surgiendo.
Durante estas semanas he tenido que hacer su trabajo y el mío. Y le envidio, a él y a quien lleve comunicación en Dolmen, o a quien pueda tener un trabajo con unos límites y funciones claras tan establecidas. Y es que mientras en un puesto de trabajo haces ‘sota-caballo-rey’, como editor te dedicas a hacer de todo y nada, a apagar fuegos. Pasas de cerrar un contrato con una juguetera que hará peluches de una licencia de Dolmen, a decidir qué portada es correcta, hacer de couching de un autor, preparar un evento, y mil etcéteras.
Y lo peor es que, hagas lo que hagas, acabas cabreando a todo el mundo. Si no es una portada hecha por sorpresa por IA es una portada en la que alguien se ha olvidado poner el nombre del autor y nadie, ni el autor, se ha dado cuenta… excepto el hater de turno que se dedica a decir el poco respeto hacia los autores que tienes.
Sirva esto para decir que estoy muy cansado y que las posibilidades de que siga ahí dentro de dos años son pocas. Veremos.
Nota histórica: Sigo aquí, tranquilos (en el aeropuerto de Avilés regresando de una reunión con Jorge Iván y de ver cómo está el stand de Dolmen en el Salón del Manga que se organiza aquí). Por cierto, no tengo ni idea de la polémica citada, no recuerdo ni al autor ni lo que pasó; bendita memoria.