La de hoy es una de esas editoriales que a uno no le gustaría haber escrito nunca, aunque era consciente de que tarde o temprano iba a tener que hacerlo (aunque uno siempre desea que sea mucho más tarde que temprano). Han pasado más de quince años desde que iniciamos esta andadura (entramos en nuestro año diecisiete) y supongo que podemos decir que hemos tenido suerte ya que hasta el momento no se había muerto uno de los nuestros.
Y por fin tuvo que suceder. Xavier Musquera nos ha dejado. La fatal noticia me llegó el pasado viernes día 11 a las 9’00 de la mañana mientras desayunaba porras en una céntrica fábrica de churros de Madrid mientras preparaba el planning del día en Expocomic y leía de paso el diario. Fue Pepa, la mujer de Xavi quien me llamó para, entre llantos, comunicármelo en persona para que no lo supiera por terceros.
A partir de ahí, fue un día extraño, de sentimientos encontrados, intentando disimularlo y evitar que se notara en lo más mínimo bajo la premisa por un lado de que cada uno bastante tiene con lo suyo, y la frustración de saber que aunque lo contara posiblemente muchos no le conocerían. Fue un día triste.
Xavier (Chris como firmaba muchos de sus trabajos) fue un autor que, nacido en la Barcelona de 1942 (un 26 de diciembre), dibujó desde los 15-16 años, ahí es nada, viajaba siempre de un sitio para otro y era un aficionado a todo lo relacionado con las sociedades secretas, los templarios, los enigmas históricos (de hecho, por marciano que dicho en estas páginas pueda parecer, teníamos en marcha un proyecto relacionado con los templarios en Asturias).
Pero lo que realmente me llamó la atención aquel viernes fue el darme cuenta de que hay algo que falla cuando una persona que lleva trabajando en esto de los cómics toda la vida no es mínimamente conocido cuando menos por toda la profesión y los profesionales del medio, y que de no ser por su relación directa con esta casa, posiblemente ni siquiera hubiese aparecido en la sección de noticias de esta revista.
Sigue habiendo ahí muchos autores cuya labor de fondo desconocemos, muchos de ellos redescubiertos gracias a la labor de editoriales como Glénat, pero muchos otros siguen ahí perdidos de la mano de Dios y olvidados por todos. Y mientras esta situación siga así, por desgracia, significará que algo está fallando, porque no hay derecho a que un autor tenga que seguir dibujando a los 70 años si lo que realmente quiere es descansar después de más de 50 años batiéndose el cobre para llegar a fin de mes, para conseguir trabajo, con los nervios de saber si de aquí a tres meses tendrá alguna página por dibujar o si tendrá que buscarse un trabajo “serio”, que ésa es otra, el tener que dignificar tu trabajo frente a tu propia familia por no trabajar en un estudio de diseño o publicidad donde seguramente sí serías alguien para el resto de la sociedad, y no el pobre pintamonas desubicado que dibuja muñequitos.
Mis disculpas por haberos robado esta editorial, pero es que en esta ocasión se ha muerto uno de los nuestros, y en el fondo uno de los vuestros, ya que dedicó su entera vida a trabajar en el mundo de los cómics, alejado de la promoción en su país, sin acudir a las siempre glamourosas sesiones de firmas de los salones, sin recibir en muchas ocasiones el aliento o el feedback de sus lectores, un vestigio de otra era que por suerte parece pasar gracias a que nuestros autores trabajan para lugares que tienen más eco en ésta nuestra mediática sociedad (y son mucho mejor pagados).
No hemos hablado mucho del bueno de Xavier (que trabajó para Glénat, Hachette, Thomson, Mondadori, Elvifrance, Larousse, Deligne, Duchâteau, Création Art Press, Média 1000, Cartoon Cómics, etc. ), pero estoy seguro de que él hubiera preferido y firmado esta especie de defensa de su profesión que debería de correr a cargo de las denominadas “grandes editoriales” que son realmente las únicas que pueden hacer algo para arreglar esta patética situación.
Como se despedía siempre Xavier cuando nos llamaba a la redacción: ‘Patons pels nens i salut pel tot l’ equip’.
Estés donde estés, descansa en paz que te lo has ganado a pulso. Siempre te recordaremos.