La reunión con el impresor ha sido algo desagradable, pero mi ética me indicaba que no había más remedio que llevarla a cabo. Si te retrasas con una persona con la que llevas trabajando tanto tiempo lo mínimo es dar la cara y dar las explicaciones de rigor.
Aún así le han importado tres pimientos los planes de pago que llevaba preparados ni la situación provisional de todo esto. Quería cobrar ya, ya y ya. Y eso, como ya le dije era imposible, aunque le he matizado que no habría problemas en dos semanas. Lo peor es que parecía no creérselo, a pesar de la cantidad de años que llevamos trabajando nunca y que en todo este tiempo no le he fallado nunca. Además, no dejaba de usar técnicas bizarras psicológicas que no acaba de entender del estilo de ‘Gracias a ti este mes mucha gente no comerá’.
Por lo demás, he tenido una reunión agradable con las gerentes de una distribuidora de librería, pero mañana hablaremos de eso.