Hay temas que aunque deduzca una que darán bastante de sí, nunca dejan de sorprenderte. El mes pasado animamos a todas nuestras lectoras a escribirnos contando cualquier anécdota o experiencia propia relacionada con la masturbación, y poco podíamos esperar el aluvión de cartas que hemos recibido. Ha habido cartas de toda clase: de lectoras indignadas (que no entiendo qué hacen leyendo esta revista), de lectores haciéndose pasar por lectoras (que se intuye en el 95% de las veces), de lectoras comentando sus dudas masturbatorias, de lectoras preocupadas por cosas relacionadas con las prácticas de autosatisfacción sexual, etc.

En general, como decía, me ha llamado la atención algunas de las (pocas) cartas escritas por parte de lectoras que no entienden que tratemos de este tipo de temas de forma tan abierta, lo cual es un contrasentido teniendo en cuenta la temática de la revista en sí. Nos decía Teresa que “Es algo muy íntimo, algo que haces (o no haces, porque muchas compañeras habrá que no lo hagan) en la quietud del hogar, lejos de las miradas y atenciones ajenas”. Al parecer, Teresa (madrileña de poco más de cincuenta años), sorprendió a su marido con el ‘Eros’ en la mano, y éste se defendió aduciendo que su finalidad era la de informarse de algunos temas (ella, claro, leyó el editorial y entró en cólera). Por su parte, Lucía, en la misma línea nos decía que el texto del editorial pasado daba a entender que todas las mujeres nos masturbáramos de forma frecuente y que le incomodaba el que los hombres la vieran por la calle o en el trabajo y se imaginaran que ella hacía tales “cosas”, aunque no fuera así.

Como ya dije, no creo que sea malo el masturbarse o dejar de hacerlo, siempre y cuando no te cree este tipo de ‘atascos’ mentales o represiones que sólo empujan a no llevar una vida sexual sana y saludable. Lo datos están ahí y la gran mayoría de las mujeres se masturban, con mayor o menor frecuencia. Y no hay de qué avergonzarse. Nos decía María José que lo que comenzó en secundaria como uno de los momentos más embarazosos de su vida acabó siendo toda una experiencia; al parecer, fue sorprendida en el baño en plena acción por unos compañeros suyos de instituto, aunque luego se tomó la merecida venganza y los tres chicos, sin oponer mucha resistencia admite, hicieron lo propio delante de ella: “Todavía a día de hoy no sé cómo se me ocurrió proponerlo en mitad de mi ataque de furia (superior a mi vergüenza en aquel momento) y enfado, a retarles a hacerlo. Los muy vivos no dudaron ni por un momento, lo cual me dejó algo en shock, aunque lo disimulara en aquel momento. Desde luego, los hombres y mujeres somos bien distintos en estas cosas, yo no habría podido hacerlo delante de un chico y en compañía de dos amigas, y allí estaban ellos, pene en mano y tan contentos y orgullosos, como si de críos se tratara”.

Y de nuevo se nos acabó el espacio. El mes que viene más, y me temo que sobre el mismo tema (no os quejaréis).