Es el caso de un distribuidor del País Vasco que nos debe una pasta, que sigue trabajando y funcionando, y que no le sale de las narices pagarnos la pasta que nos debe (y estamos hablando de varios miles de euros).
No sólo no nos coge el teléfono desde hace tiempo, sino que el tipo encima se cabrea porque hemos dicho que no nos paga; claro que fruto de ello ha sido el saber que le debe dinero a Dibbuks, Ponent Mon, Aleta, que le dejó a deber a Otakuland…
Un crack el tipo. Ya coincidiremos en algún salón (de Getxo, por ejemplo) y podré decirle un par de cosas a la cara.