Los zombis de ahora ya no son como los de antes: si echamos la vista atrás para ver a los primeros no-muertos que aterrorizaban a nuestros padres y abuelos, descubriremos que se trataba de seres lentos y torpes, casi patéticos, que se esforzaban por encontrar algo que llevarse a la boca y que sólo lo lograban gracias a la inusitada torpeza de los vivos.
Sin embargo, el zombi ha ido evolucionando, dejando atrás la estupidez, la incompetencia y la falta de agilidad propias del rigor mortis para desarrollar nuevas habilidades, así como una mayor inteligencia y astucia.
Ante esta situación, las técnicas de los vivos para hacer frente a la nueva amenaza han tenido que adaptarse y superarse a sí mismas. Surge así la zombimaquia, la lucha contra los muertos andantes.