Por un lado ha estado el hecho de que, como siempre, parezca que los que van a la entrega de premios sea un grupo de elegidos, quedando fuera la mitad de la profesión, teniendo que decirle a autores de Dolmen (en mi caso) que no pueden acudir porque… porque no nos dan más invitaciones (dos, tenemos, y porque estamos nominador por la revista). ¿Qué clase de ceremonia es ésta a la que acuden –teóricamente- los nominados y los amiguetes de quien monta el sarao?
Por el otro estaba el tema de Purita Campos, una posible digna merecedora del premio que vio cómo, a pesar de ser invitada al evento (cosa no habitual excepto que te vayan a dar el premio), no se lo dieron cuando era lo previsto. Un asunto comentado por todos los presentes que conllevó a hablar de la forma tan poco transparente en que se dan los premios.
Ah, nadie objeta nada a que Prado, Ferry, Miralles o Max se merezcan el premio, alguno de ellos son amigos y sabes de la admiración que profeso hacia su obra, en eso ha estado de acuerdo el 100% de las críticas. La cosa va más en el sentido de que, por ejemplo, el año que viene Ana Miralles o Prado puedan subir a recoger el Premio, por ejemplo, a Mejor Obra. Es absurdo, sobre todo habiendo tantos buenos autores nacionales sin el premio. Por no hablar del hecho, de que en algún caso (recuerdo el de Max) el autor mismo bromeaba diciendo si el Premio no era un mensaje anticipado sobre una jubilación anticipada.
Y lo tercero a mencionar son los insultos a muchos de los que subieron a recoger el Premios por parte del maestro de ceremonia. De patio de colegio, oigan. A un servidor le tildó el pobre showman (por la poca gracia que tenían sus chistes) de “fornido”, cosa que mis horas de gimnasio para desestresarme le agradecen, pero no creo que los comentarios a otros ganadores les hiciesen tanta gracia. No debieron hacerse y la organización presente le debió de llamar la atención en su momento, reírse de los defectos de los demás y en público no me parece el tipo de humor del que debería hacerse gala.
Nota histórica: El asunto de la ceremonia se ha arreglado y con bastante buen tino estos dos últimos años. Por lo que pudimos saber, las invitaciones costaban un pastizal sobre todo porque conllevaban el aperitivo y posterior barra libre de los invitados; esto estaba muy bien, pero es mejor algo como lo de estos dos últimos años con todo el mundo que quiere ir invitado que no una ceremonia ‘elitista’. Mi enhorabuena desde luego por haber demostrado al menos saber escuchar a la gente.