Nada más llegar al banco el director me ha mirado compungido como si se hubiera muerto alguien.
-No te preocupes, que no será para tanto –le digo animado, total, ya me había hecho a la idea de perder la mañana.
Tras dar mis vueltas, el director acaba diciendo:
-Es que como tu mujer está de excedencia maternal y tu sueldo es de 900 euros, pues lo veo muy complicado.
En ese momento es cuando determino no calentarme más y haciendo acopio de fuerzas decirle:
-¿Pero es que no te das cuenta de que esa nómina la redacto prácticamente yo? ¿No ves que mi sueldo me lo pongo en base a lo que me sugiere el gestor y que varía de un mes a otro? ¡Por Dios, pero si se supone que tengo paga de beneficios cuando los hay!
-Ya, ya… pero con 900 euros de sueldo.
Nada, que el tipo que no escuchaba.
-A ver –insisto-. ¿De cuánto ha de ser la nómina para que salga adelante lo de la póliza? Es más, para evitar todo esto año tras año, ¿no sería más fácil un crédito personal avalado por una nómina superior?
-Uhm… pues sí –me responde sin que yo me pueda acabar de creer que no se le ocurriera a él antes.
Casi sin dejarle acabar llamo al gestor y le digo que me mande por fax dos nóminas por importe de 2500 euros.
Una vez allí, las firmo como gerente de la empresa, se las devuelvo y todo el mundo contento.
-2500 euros, listo.
Lo dicho, surrealista. Esta gente se preocupa únicamente de los papeles y de los datos a meter en el ordenador. Menudas ganas de quitármelos de encima.