Puede que tradicionalmente me equivocara y hubiéramos debido de ser más gente en la oficina coordinando y gestionando, en vez de recaer esas funciones siempre sobre mí, delegando mínimamente en los diseñadores que trabajaban en la oficina en tiempos. Pero claro, uno siempre piensa que va a poder con todo, y que para qué contratar a más gente de campo que no producen un trabajo que se puede ver de forma fehaciente (8 horas = 20 páginas maquetadas o 15 traducidas).
El caso es que así da gusto. Irte de la oficina a dar una vuelta y que al regresar hayan cosas que se han hecho, como por arte de magia, como si las hubieras hecho uno mismo.
Debe de ser esa cosa que llaman ‘delegar’.
A ver si con eso logro centrarme en el Dolmen 200, tengo un par de ideas bastante buenas y ya está a la vuelta de la esquina.