Se ve que se lo olía, aunque yo también era consciente de que tras ser el primer año en el que no pedíamos ex profeso a todos los profesionales que no nos votaran, teníamos bastantes posibilidades de ganar (inicialmente, lo hacíamos por cuestión de principios que no vienen a cuento ahora, y después por el hecho menos romántico de que así estamos nominados cada año y nos pagan el viaje y la estancia en el hotelazo frente a la ferie, aunque claro, con la crisis y esas cosas, este año ya sólo pagaban una de las cuatro noches y no valía la pena el estar con estas totenterías).

Y en efecto, hemos ganado. Ha sido extraño ya que ha sido una de esas veces en que iba algo nervioso. Jaume no ha querido subir a hablar y de camino al estrado decidí improvisar un discurso, ya que me parecía algo triste la manera de algunos compañeros de recoger el premio sin decir nada. Unos simples agradecimientos y poco más. Y el escenario, por grande, lo merecía. De modo que he improvisado un par de bromas (que no tengo ni idea de si hicieron gracia o no, ya que no recuerdo nada ahora mismo de lo que dije) y he comentado algunas cosas relacionadas con no tener que pedir perdón ni justificar el que nos guste trabajar de lo que hacemos, sobre todo sabiendo que mucha gente lo está pasando fatal en casa al no tener el apoyo de sus familias (desde padres a parejas que no entienden que haya gente viviendo de los tebeos). Curiosamente, varias personas me han felicitado por el ‘speach’, aunque realmente creo que si lo hubiera escrito hubiera llegado mejor el mensaje, aunque no hubiera sido lo mismo. Desde luego he tenido unos buenos maestros oratorios en Ángel de la Calle y Jorge Iván.

Pero qué demonios, el premio hace ilusión. Aunque la hubiera hecho mejor hace 15 años, cuando estábamos llenos de ingenuidad. Por suerte mantenemos la ilusión.