COMO CADA LUNES… EL BLOG DEL EDITOR (parte 188)
7 julio, 2020 | 0 Comentarios

COMO CADA LUNES… EL BLOG DEL EDITOR (parte 188). Hace dos años, viernes 13 julio 2018

            Hay semanas como ésta en la que te das cuenta de que la profesionalidad que hemos ido adquiriendo con el paso del tiempo no está al alcance de todo el mundo.

            En ocasiones, en el trabajo no te queda más remedio que tragarte sapos que no acaban de ser del todo agradables. Trabajas con gente que resulta complicada de soportar, te relaciones con personas con la que no coincides en su modo de actuar… y lo haces del modo más profesional posible. Pero hay gente que no sabe estar a la altura y antepone sus sentimientos personales a su trabajo. Es gente que prefiere pegarse un tiro en el pie con tal de intentar indirectamente recibas parte del daño.

            Todo esto viene a colación de una persona que trabaja para el gobierno Balear con la que teníamos una relación cordial pero que por circunstancias se ha ido torciendo cada vez más. No entraremos en consideraciones subjetivas ya que con el tiempo te das cuenta de que cada uno tiene su propia versión de los hechos, y en donde el otro siempre es el villano y tú el héroe.

            El problema viene cuando no dejas esa falta de profesionalidad de lado e intentas torpedear a otros de forma tan poco elegante como torpe. Y hasta ahí, todo lícito, el problema viene cuando usas tu cargo gubernamental para ello, para intentar perjudicar a una empresa y beneficiarte tú. Eso me ha planteado un problema, actuar o no actuar. Porque encima, la escalada de acciones ha ido a más y nos está perjudicando de forma notable con el tema de las ayudas gubernamentales. Sintetizando mucho, ha intentado quitarnos a un autor en beneficio de otra editorial empleando los contactos que nosotros mismos le facilitamos en su momento.

            La posibilidad de una denuncia por prevaricación ha rondado por mi cabeza en varias ocasiones, y un informe solicitado a una agencia de abogados confirma que hay indicio de causa. Pero la cuestión es, ¿vale la pena arruinarle la vida a una persona, qué se gana con ello?

            De modo que he preferido reunirme con su jefe, el director de esa institución, para explicarle la situación e intentar que de esa forma la cosa no vaya a más y nos continúe afectando.

            El resultado es una situación desagradable, una reunión tensa y complicada que espero haya servido de algo.

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