Sigo con mareos ocasionales de los que suelo definir como “llevaderos”, por lo que no me planteó dejar acumulado el trabajo, que es mucho y conviene ir sacando. Son momentos importantes y no hay que desfallecer.

Curiosamente he hablado con Aleix, el impresor, y ha sido una conversación un tanto… amarga. Puedo entender que sólo quiera el dinero y le importe un comino el cómo estoy, cosa de la que le he informado; ahora quiere pagarés, ya, cuando hace unas semanas fui a Barcelona a ofrecérselos y no le iba bien. El comentario que me ha hecho de ‘Ok,estás mal, pero yo mañana mismo me cojo un avión para que me los des, dame una dirección aunque sea en el hospital donde te puedan mandar para recogerlos’ me ha dejado estupefacto; sólo me demuestra que en caso de fallecimiento acudiría al funeral para hacer un exorcismo y ver si le daba los pagarés. No sé, sinceramente, no creo que estuviera a la altura de la relación que presuponía teníamos.

Puedo entender la desesperación, pero no esta deshumanización, esta falta (a mi ver) de respeto, sobre todo cuando no le he fallado ni una sola vez.

A la quinta vez de hablar con él le he comentado que el lunes haría cálculos, el martes tendría los pagarés y que poco a poco dejaríamos de trabajar juntos, que no me interesaba estar con alguien que tenía esa forma de trabajar. Y lo peor es que le ha dado igual.