Hace ya unas semanas que considero que rozo la adicción al trabajo, provocada por el deseo de ponerme a día con todos los pagos de una vez (cosa lograda en parte) y el sentir que hasta que no lo logre no podré bajar el ritmo; no me parece de rigor según qué cosas mientras haya gente con la que no estemos al corriente de pagos. La cuestión es saber si eso es una simple excusa o no.

El caso es que he decidido que intentaré fijarme en todo lo que hago y determinar si eso lo podría estar haciendo otra persona, y lo mismo para con Dario. De modo que ya hemos buscado a alguien que haga los paquetes, alguien para que lleve la web, etc. Y es sólo el comienzo, espero.

Delegar es algo que llevo fatal desde el principio, aunque he ido mejorando. Supongo que es la falsa sensación de pensar que los demás no lo podrán hacer mejor que uno mismo. El haber comenzado haciéndolo todo en el ‘Dolmen’ tiene esas cosas, que cuesta dejar marchar a los hijos.

Nota histórica: Desde luego, algo sigue fallando cuando son las 3’00 y me encuentro subiendo esto a la web. Aun así, creo que llevo mejor lo de delegar y ya somos cuatro en la oficina. Lo de los pagos ya es harina de otro costal (atención, spoiler), los malditos bancos parecen dispuestos a acabar con todos con tal de salvarse y no cejan en su empeño de recortar la liquidez a diestro y siniestro, no importa lo bien presentadas que estén tus cuentas. Menos mal que, aunque esta batalla canse, ganas no nos faltan, y encima las perspectivas a medio plazo (de aquí a unos meses) son bastante buenas (ahora hace falta que se cumplan).