Éxito en la presentación madrileña del libro ‘S. Holmes Z’
31 enero, 2011 | 0 Comentarios

http://sherlockholmes.lacoctelera.net/post/2011/01/24/sherlock-holmes-y-zombis-camford-madrid-cronica

Si en estos tiempos cambiantes, que adelantan que es una barbaridad, se puede encontrar en alguna parte gentilhombres y bellas damas que hagan honor al concepto de «estar en buena compañía», es en la librería madrileña Estudio en Escarlata.

Allí pasamos varias horas de la pasada tarde del día 21 de enero del corriente charlando acerca de esta simpática obrita mía que lleva por título Sherlock Holmes y los zombis de Camford, y de otros muchos asuntos de peso, calado y sumo interés para los legos y profanos que se llegaron hasta la santa casa del señor Juan Escarlata y familia.

En el camino hacia la calle Guzmán el Bueno vía tren subterráneo, quiso la fortuna que mi camino se cruzara con el del señor David G. Panadero, ensayista de lo noir y lo outré, ahora reconvertido en escritor de novelas baratas y con espíritu de papel de pulpa, como la recientísima Los viejos papeles, a la que habremos de dedicar un espacio en un futuro próximo. La charla mantenida con el señor Panadero durante el trayecto, de carácter confidencial y relacionada con nuestros planes para doblegar al mundo de una vez por todas, resultó un satisfactorio entrante para lo que habría de llegar.

Ya en la librería, fui recibido por el amo de los sótanos escarlatas y sus progenitores, así como por un viejo amigo de mis tiempos de guerrillero urbano en Madrid y Getafe, el señor José Luis González, mítico fanzinero y responsable del clásico y jamás olvidado grupo subversivo y publicación Los Diletantes de Lovecraft, una serie de mimeografías de cubiertas azules que allá por los años 90 rescataban algunos de los textos perdidos del Maestro de Providence y de sus epígonos, así como se analizaban los ritos prohibidos consignados en el Necronomicón de Al-Hazred o se argüían nuevas teorías obscenas acerca del modo en que habría que cocinar al Gran Cthulhu y a Madre Hydra. En ese momento también fui presentado a dos caballeros con los que ya había mantenido una sobrada correspondencia por vía electromagnética, el señor Carlos Díaz Maroto, responsable de uno de nuestros blogs hermanos y autor de estudios cinematográficos sobre materias tan sabrosas como King-Kong o Ray Harryhausen, y el connoiseur y traductor Luis Alboreca, al que algunos reconocerán de los mentideros sherlockianos, sobre todo bajo su pseudónimo de Doctor Watson.

Y hablando de sherlockianos y holmesianos, allí estaba también otro de los activistas más respetados de Madrid, el articulista y difusor Luis de Luis Otero, que colabora habitualmente en los rincones más tremebundos de la Red de Redes, como el espacio virtual del oscuro y misterioso Círculo Holmes, el mentidero y receptáculo de noticias, sugerencias y opiniones que el señor Díaz Maroto dirige con mano de hierro, o la imprescindible y virtuosa revista virtual Prótesis que comanda el señor Panadero.

Una amiga de tiempos más felices e inocentes, la reportera deportiva y de belleza Laura Martín, tuvo a bien compartir con nosotros su magnífica presencia, y anunció -en petite comité- su próximo viaje a New York para cubrir algunas de las más importantes e internacionales pasarelas de la moda mundial. Siempre es agradable tener la compañía de una dama tan distinguida en un evento heterogéneo como es el de la presentación en sociedad de uno de mis libros: en contra de lo que apostolan algunos estudiosos, Sherlock Holmes no está reñido con las belle dammes sans merci.

Como fue el caso que aún no se había personado el excepcional y polifacético señor Borja Crespo, que había de actuar esa tarde como maestro de ceremonias, decidimos cruzar la calle para visitar una de esas tabernas clásicas que tantos placeres y ratos de solaz nos procuran, el Paulo, para degustar el dorado néctar de los dioses que es la cerveza de barril, y de paso ponernos a tono para el acontecimiento. Las cañas y los pitillo en la gélida calle Guzmán el Bueno se sucedieron…

Terminadas las libaciones preliminares, recondujimos nuestros pasos hacia la casa de los Escarlata, donde ya nos esperaban ansiosos los invitados y casuales que pasaban por allí, y el señor Crespo procedió a diseccionarme a mí, a la actualidad del mundo de los zombis, a la actualidad cinematográfica sherlockiana, y a todo aquel que osó interponerse en su camino. ¡Bravo por este fanzinero de la vieja escuela!

La charla entre el señor Crespo y servidor derivó rápidamente en un equilibrado coloquio con los prohombres presentes, coloquio durante el cual se sucedieron los comentarios ingeniosos, las preguntas sesudas y complejas, los vaivenes y dimes y diretes, y los fantasmas (¿acaso los zombis…?) de los maestros Philip José Farmer y Donald E. Westlake flotaron por encima de los asistentes y nos observaron, asintiendo o negando con la cabeza ante esta parrafada o aquella pregunta inocente: Hubo monos y pitufos, otros Sherlock Holmes y otros zombis -como Victorian Undead-, ratas gigantes de Sumatra, demostraciones de amor incondicional por los monstruosos héroes de la británica casa editorial IPC, erudición demostrada e ineludible -de mano de algunos de los más grandes investigadores sherlockianos de la Escuela Madrileña, como el señor Juan Requena o José Luis Errazquin-, algún que otro chiste macabro a mi costa -como el genial ilustrador Luis Miguez se empeñó en recordarnos a todos-, algunas palabras sobre la omnipresente The Walking Dead -versión televisiva; parece que todo el mundo a olvidado que eso era un muy buen tebeo-, reflexiones sobre las aberraciones y abominaciones implícitas en el Canon y que el doctor Watson tuvo a bien eludir por su condición victoriana y castrense, peticiones de bises, aplausos, vítores y gritos de «¡Viva la madre del autor!», entre otras muchas complacientes expresiones de fervor público.

(Los viandantes, en la calle, se asomaban por las ventanas bajas que comunican con los subterráneos de la Casa Escarlata al escuchar la siniestra algarabía…)

El evento público se cerró con la larga sesión de firmas y el desfile de celebridades que pasaron por caja y por la mesa en busca de unas palabras sobre el papel de su escritor favorito: Allí estuvieron el poeta (¡también los bardos tienen cabida en las sórdidas reuniones sherlockianas y zombiófilas!) Julián González Martos y su señora Julia, así como mi viejo y querido amigo -uno de los hombres más buenos y sabios que he conocido- Emilio Castillo y su señora Lourdes, el fabuloso y prestigioso director cinematográfico Helio Mira -responsable del que habrá de convertirse en un gran éxito festivalero, Inmóvil, próximamente en las pantallas-, el ilustrado maquetador murciano (casi, casi un paisano) Fernando Fuentes -responsable del aspecto visual interior de Sherlock Holmes y los zombis de Camford-, y los editores Ricardo Esteban -responsable de Dibbuks e Ilarión, así como arriesgada mente pensante que se atrevió a dar a la luz Candy City- y Pablo Mazo Agüero -el hombre que se encuentra delante y detrás de Salto de Página, y por lo tanto, de muchos de los éxitos editoriales españoles de los último tiempos, como la antología de relato de terror español Aquelarre.

Otros muchos amigos estuvieron presentes, y nos acompañaron durante la velada que habría de llegar, aunque el señor Crespo fue recogido por el famoso y visceral historietista Miguel Ángel Martín, y ambos fueron engullidos por la fría oscuridad de la noche madrileña…

Tras la sesión, regresamos a ese sanctórum de la pulga de jamón y la cerveza que es el Paulo para continuar alegrándonos los espíritus, y allí se habló de grandes proyectos de futuro -como hizo el señor Jaime, cuyo apellido sigue siendo una incógnita-, grandes obras del pasado, e incluso recibí un par de obsequios del señor Miguez: un ejemplar de la revista Cthulhu, donde aparece una adaptación de un relato sobre Solomon Kane debida a su pluma, y dos ilustraciones originales que los amigos de este espacio virtual tendrán ocasión de ver a su debido tiempo, a saber, «Sherlock Holmes en el Rancho Drácula» y «Sherlock Holmes in The Village, aka, Sherlock Holmes is… The Prisoner!»

La agradable cena en el chino -con una docena de interrupciones para salir a fumar a la puerta de la calle con los señores De Luis y Panadero, algunos de los pocos que aún se niegan a aceptar las intolerantes imposiciones de esta frankmilleriana Dictadura de la Sanidad- transcurrió con la normalidad que se debe suponer a caballeros de esta calidad, esto es, entre chismorreos, brindis por Sherlock Holmes, Watson, la señora Hudson e incluso Moriarty, debates sobre los Vengadores y la Patrulla-X, anécdotas laborales y alguna que otra invectiva sobre temas espinosos…

Después, la desbandada casi general, y un largo paseo hasta Malasaña, donde los más resistentes continuamos ya con bebidas espirituosas y cócteles exclusivos.

(El tiovivo, a estas alturas, se puso en marcha y comenzó a dar vueltas, y vueltas, y vueltas…)

Y así hasta bien entrada la madrugada, cuando el escritor y miembro de la Academia de Mitología Creativa «Jules Verne» de Albacete, el señor Arturo Botella, y su señora, doña Pilar Urbano, decidieron llevarme a su hogar en la zona de Ventas, donde me acogieron del mejor de los modos posibles: Con un aseo a mi disposición, un vaso con hielo y una botella de Chivas Regal de 12 años, y una deliciosa tarta sueca de mantequilla y almendra.

El resto ya es historia.

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